Esta comunicación presenta una experiencia educativa desarrollada con estudiantes de tercer año del nivel secundario que articula lectura literaria, inteligencia artificial y producción radial, con el propósito de consolidar prácticas lectoras significativas y críticas (Chartier, 1992; Bajour, 2017).
La propuesta se estructuró en espacios de lectura colectiva y conversación literaria sobre un corpus de autoras contemporáneas argentinas, entre ellas- Un hombre sin suerte de Samanta Schweblin (2012), Absit de Angélica Gorodischer (2016) y Cometierra de Dolores Reyes (2019).Si bien los textos formaban parte de un corpus más amplio, fueron los y las estudiantes quienes seleccionaron los textos que más les interpelaban, lo que permitió poner en juego su sensibilidad, intereses y voces lectoras de manera activa. Este proceso se apoyó en la idea de construir itinerarios de lectura, entendidos como recorridos significativos que no se limitan a una progresión lineal, sino que contemplan vínculos afectivos, conexiones intertextuales y elecciones personales. Esta noción ha sido desarrollada por Cañón (2017), quien propone pensar la lectura como un viaje, y también retomada por Bajour (2017), Colomer (2005) y Petit (2008), cuyas perspectivas destacan la importancia de construir recorridos flexibles, atentos a la singularidad de cada lector/a.
A partir de estas lecturas, cada grupo de estudiantes produjo un guión radial para un programa literario, incorporando en algunos casos segmentos de ficción publicitaria para clubes de lectura o librerías, lo que permitió diversificar los registros discursivos y ampliar el universo literario hacia otros soportes y lenguajes. La utilización de inteligencia artificial (ChatGPT) como herramienta de generación de borradores fue concebida desde una perspectiva crítica y creativa, como tecnología blanda que posibilita nuevas formas de producción simbólica (Price en Liwin, s/f).
Este recorrido se sostuvo en una mediación docente atenta y comprometida, basada en la escucha activa y en la construcción colectiva de sentido. En ese marco, se promovió una ciudadanía digital crítica y situada (Educ.ar, 2025; Echeverría, 2023), y la lectura se reafirmó como una práctica transformadora (Freire, 1970), capaz de vincular lo íntimo con lo social, lo estético con lo político. Así, el aula se volvió un territorio de exploración y escucha, donde la literatura, amplificada por las herramientas digitales, abrió la posibilidad de leer(nos) de otro modo, desde la sensibilidad, la imaginación y el compromiso.